Lunes. 24 horas después de correr 21k. Me levanté, y por recomendación de Martín (mi entrenador) salí a correr tranquilo un poco, para relajar y eliminar el ácido láctico. Y mientras corria me hice la tan temida pregunta: «¿Y ahora qué hago?». “Dejó de correr, total estoy hecho con este logro” #not “bueno me relajo un poco” #not; tenía la adrenalina de la carrera encima, y solo faltaba la chispa de que alguien me dijera «¿y si te anotas en la maratón? Total, “tenés un mes más». Me pareció una locura. Más aún viendo en retrospectiva, porque como decía en El día que empecé a correr, un año después, hace un año me moría de risa del hecho de pensar en correr o hacer actividad física.
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